Puedes mirar a tu alrededor, contemplar tus oportunidades pero solo ve donde tu corazón te lleve,donde puedas levantarte cada día dando gracias a Dios por ayudarte a elegir correctamente y no donde te levantes pidiéndole a Dios que te ayude a soportar un día más...

miércoles, 24 de marzo de 2010

APRENDER A DISCUTIR


Seguramente olvidamos con demasiada frecuencia que una relación conyugal o de pareja es ante todo una relación entre personas y que las discusiones bien llevadas ayudan a entendernos mejor y a demostrar que estamos preparados para una convivencia familiar. Si no hay discusiones por nada, puede aparecer un peligroso virus en toda relación humana, la monotonía que conduce al aburrimiento, a no tener nada que decirse, a contemplar siempre el mismo paisaje desde el mismo ángulo... y esto no es bueno.

Recomendaciones:
No acumular tensiones, rencores y malos pensamientos sobre alguien. Si no nos gusta o se cree que perjudica o molesta, hay que comunicarlo. Si se guarda durante un tiempo, se habrá envenenado en el interior y cuando explotamos, lo hacemos sin control.


Observar si casi siempre se discute sobre los mismos temas y utilizando los mismos argumentos. Si esto ocurre es porque cada uno se cierra en un único argumento, no se ven las cosas desde la óptica del otro, y así es imposible avanzar y encontrar alternativas. Hay que ser empático.


Cuando algo es ya irreversible, no tiene remedio, es absurdo seguir discutiendo. Se puede demostrar el enfado o disgusto y después tratar de calmarse reservando las energías para encontrar alternativas que ayuden a remediar un poco las consecuencias, los resultados negativos.


Centrarse en el problema, no saltar de un tema a otro, porque se mezclan sensaciones pasadas de acontecimientos por los que se discutió en otras ocasiones. Al olvidar el tema central de la discusión, uno se enzarza en mutuas recriminaciones del pasado y sólo interesa recordar al otro sus errores y que se sienta mal consigo mismo. Es evidente que de esta manera es imposible aclararse ni encontrar soluciones a nada.


Esta actitud es frecuente entre personas que no quieren admitir sus errores y al verse acorraladas por las razones concretas y palmarias del otro, miran para otro lado, trayendo a colación cosas de anteriores discusiones que le beneficien, aunque no tengan que ver nada con el tema objeto de las discusión actual.


Siempre es fundamental controlar las emociones y respirar más hondo y procurar conservar la calma cuanto más irritable, nervioso y desafiante esté nuestro interlocutor.
Dejar claro que no hay la menor intención de hacer ningún daño al otro. Por eso es tan importante cuidar las palabras, el tono de voz, los gestos...


No aprovechar la ocasión para hacerse el mártir y recordar al otro tus desvelos, detalles y renuncias, como si pretendieras que te dé la razón a cambio de <> que te debe.


Si tras una discusión acalorada, no sólo no logramos convencer a la persona inteligente que tenemos enfrente, sino que la reducimos al silencio, la dejamos sin palabras, lo más probable es que hayamos perdido a un amigo o conseguido un enemigo.


Por eso, toda discusión inteligente debe quedar en tablas, sin vencedores ni vencidos y con tareas para hacer cada uno, como los estudiantes. Hay que llegar a compromisos claros en los que se fije qué hace cada uno.


Terminar la discusión con una amplia sonrisa y una mirada de mutua aceptación mientras se pregunta de forma afirmativa al estrechar la mano ¿amigos?

Discute sin pelear: sólo expone tu idea.
Muchas veces, creemos que discutir es lo mismo que pelear, pero no es así. "Discutir o debatir y pelear son dos cosas bien diferentes. La discusión o el debate incluyen escuchar al otro, en cambio en la pelea todo es enojo y, por debajo, miedo encubierto", comentó Joshua Estrin, licenciado y Master en Ciencia de la Universidad de Columbia.

Son muy pocas las personas que realmente saben discutir sin agredir ni herir. Sin embargo, en esto no hay ningún secreto sino sencillas técnicas que apuntan a expresar los sentimientos con claridad.

El beneficio es que, si las aprendes, lograrás mejorar tus relaciones no sólo con tu pareja sino también con el resto de las personas.

1. Guarda la lupa

Ante todo, no agrandes las cosas, dijo April Masini, autora de la provocadora revista electrónica sobre citas y relaciones, quien está convencida de que la resolución de conflictos es una de las más importantes herramientas que una pareja puede aprender.

2. Pon en práctica hoy mismo el plan "Yo"

No lances comentarios incisivos. Prueba usando las oraciones que empiezan con "Yo" o "A mí". Por ejemplo, no digas "Tú me haces sentir una criminal cuando olvido buscar la leche en el mercado". En cambio, di: "Me siento terrible cuando me olvido de buscar la leche en el mercado para ti". Si mantienes tus argumentos desde tu perspectiva, simplificarás la comunicación, afirmó April.

3. ¿Cerrar o no cerrar la boca cuando se avecina una discusión?

No cierres la boca pero toma conciencia de las palabras que vas a elegir y el ritmo que les va a dar a esas palabras, aconsejó la especialista en parejas Dra. Debbie Magids. "Evadir nunca es una buena idea. Si tú y tu pareja tienen una diferencia, sobre la que han discutido sin ponerse de acuerdo, la aceptación es el camino que tienen que tomar".

4. No esperes que tu pareja haga lo que tú harías

Tu pareja no es tu clon, recordó la Dra. Debbie Magids. "Espera tener diferencias y verás que tendrás una saludable y feliz relación"¸ aseguró.

5. Aprende que 1 + 1 = 3

Cuando dos personas deciden unirse al otro, en lugar de ser dos seres, se convierten en tres: tú, yo, nosotros, manifestó la psiquiatra Marilyn Sorensen, de Portland, fundadora y directora de "The Self-Esteem Institute". "Yo soy responsable de mi salud, crecimiento personal, intereses espirituales, carrera, etc. así como mi pareja es responsable de los suyos, por lo que debo mantenerme afuera de lo que son sus asuntos. Luego, está la lista del nosotros, que incluye asuntos como los hijos, mantenimiento de la casa y el estilo de vida, vacaciones, cómo juntar el dinero y en qué gastarlo, etc.", ejemplificó.

6. No puedes cambiarlo

Tú no puedes cambiar a tu esposo, pero sí puedes cambiar tu dinámica y entonces, todo cambiará, observó Debbie Mandel, autora del libro "Turn on your inner light: fitness for body, mind and soul".

7. No hagas de tu discusión un "enganchado"

Si el debate es dónde pasar las vacaciones, habla, entonces, de las vacaciones, no aproveches la ocasión para discutir por todo lo que te molestó en lo que va del año. "Algunas parejas empiezan discutiendo sobre dinero y terminan trayendo a colación cada cosa que el otro hizo mal. Al final, ambos se sienten heridos y el asunto no se resolvió", especificó Joshua Estrin, que pronto lanzará su nuevo libro, en inglés y en español, "Shut up! And listen to your self".

Verás que si sigues estos consejos, antes de que lo imagines te encontrarás hablando sobre tus diferencias, en paz y en calma. ¿Qué harás con toda esa energía que ambos derrochaban cuando peleaban? ¡Imagínatelo tú!

Hasta la próxima sonrisa! :-)


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